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Consejo Heráldico Italiano lo fundaron en Turín, la antigua
capital de Italia - con escritura del 18 de noviembre de 1948 del notario
doctor Adolfo Baldioli – el príncipe Antonio Ferdinando Gravina
Cruyllas di Valsavoja, el conde Alessandro Michele Arnaldi y el conde
Ubaldo Camnasio de Irun y Villaroel, con la adhesión de los hidalgos:
el conde Vittorio Emanuele Caramelli di Clavesana, el conde Giuseppe Maria
Ferrero di Roccaferra, el conde Attilio Valente di Valbruna y el conde
Mario Giacomo Brack del Prever.
Faltando las funciones del Consejo Heráldico del Reino de Italia
a consecuencia de la XIV disposición transitoria y final de la
Constitución de la república italiana (“La ley regula
la supresión del Consejo heráldico”), el Consejo Heráldico
Italiano se prefijó los objetivos principales de: ocuparse del
control de la legitimidad histórica de los títulos de concesión,
establecer el fundamento de los árboles genealógicos, realizar
investigaciones de naturaleza histórico-genealógica y recopilar
colecciones de blasones para tutelar el patrimonio histórico de
la nobleza italiana.
El 28 de diciembre de 1960 se instituyó una delegación en
Terra di Lavoro, Bari.
En 1966 la sede se trasladó a Milán y en 1993 Don Francesco
Maria Mariano duque de Otranto pasó a ser el Registrador elaborando
un acto de significación para el Ministerio de Enseñanza
y el Ministerio de Interior según el cual el Instituto “tiene
la intención de trabajar como organismo cultural en la formación
y promoción en el sentido más amplio unido a la heráldica,
sigilografía, genealogía y diplomática como materias
que requieren una revitalización fundamental”.
En 1994 los marqueses Arardo Maria y Renato Maria Spreti – hijos
del marqués Vittorio Spreti, promotor y director de la Enciclopedia
Histórico-Nobiliaria Italiana – han otorgado al Consejo Heráldico
Italiano el derecho exclusivo de trasladar el texto de la Enciclopedia
Histórico-Nobiliaria Italiana a un banco de datos operativo en
cualquier tipo de soporte magnético.
El 19 de abril de 1995 la Asociación, de acuerdo con los mencionados
y únicos herederos del marqués Vittorio Spreti, ha asumido
la denominación de Consejo Heráldico Italiano – Instituto
Marqués Vittorio Spreti: en la misma ocasión ha llegado
a ser Presidente el duque de Otranto y la sede se ha establecido definitivamente
en Padua.
Tras la desaparición del marqués Arardo Maria, acontecida
en el año 2000, la vicepresidencia del Consejo la ha asumido el
marqués Renato Maria Spreti, el segundo hijo de Vittorio, cuya
experiencia, coordinación y guía espiritual – antes
que material – hace que nuestros estímulos resulten peculiares
e invencibles.
El Instituto persigue desde su fundación el objetivo de cultivar
científicamente los estudios heráldicos y genealógicos
además de ejercer el asesoramiento para la concesión o reconocimiento
de títulos, blasones y predicados nobiliarios incluso en sede jurisdiccional
y legal, en Italia y en el extranjero; ello para tutelar la historia patria
y con la finalidad de investigar y conservar los valores heráldicos,
nobiliarios, genealógicos, burgueses y ecuestres.
Del mismo modo el Consejo se ocupa entre otras cosas de:
• la ilustración de blasones nobiliarios y burgueses además
de la realización de la delineación ex novo, con el relativo
registro notarial, depósito y eventual publicación en el
Boletín Oficial (además de la inserción en el Gran
Armorial Italiano);
• los estudios etimológicos, con particular referencia al
origen etimológico de los apellidos;
• el cumplimiento de trámites para la admisión en
órdenes ecuestres;
• la publicación de obras editoriales de particular interés
histórico y heráldico como el Repertorio Iconográfico
de las Órdenes Ecuestres y el Gran Armorial Italiano, etc.;
• la entrega de dictámenes pro veritate, de naturaleza técnico-heráldica
además de, según los servicios prestados por el Instituto
Superior de Derecho Nobiliario, de carácter ecuestre y nobiliario;
• todo tipo de indagaciones en los archivos nacionales, municipales,
parroquiales y donde se considere necesario para una mayor diligencia
de las investigaciones.
El Consejo Heráldico Italiano puede contar con el interés
y el afecto de más de 16.000 Clientes o estimadores y posee delegaciones
en numerosos Estados como Estados Unidos, España, el Principado
de Mónaco, Francia, Austria, Japón, Eslovaquia, Polonia,
Rusia, Ucrania, Armenia, China, los Emiratos Árabes, etc.
El patrimonio del Consejo consta de más de 2.000 volúmenes
en las materias de interés, entre los cuales hay algunos rarísimos,
de un banco de datos compuesto por más de 300.000 blasones, 245.000
perfiles de linajes, 85.000 etimologías de apellidos, 13.000 árboles
genealógicos, un millón y medio de referencias históricas
y cinco fondos archivísticos, entre ellos el fondo Spreti, que
cuenta con 200 documentos.
Considerando todo ello pretendo afirmar con fuerza que hablar de heráldica,
nobleza y caballería no es absolutamente anacronístico,
sino que denota una sensibilidad cultural e histórica respecto
a las mejores tradiciones que la conciencia de vivir el culto de la familia,
los sentimientos del honor, el deber y la Patria y todo de lo que prácticamente
se ha perdido el recuerdo, en una época en la que ideales y valores
aparecen trastornados inexorablemente.
Esto lleva a reaccionar para volver a recorrer y transmitir el glorioso
ejemplo de los antepasados recordando las hazañas, las empresas
magnánimas y las acciones generosas incluso donde los predecesores
han sido de censo humilde.
Las distinciones nobiliarias y ecuestres fueron – y afortunadamente
aún lo son – la manifestación y expresión de
Instituciones basadas en la historia y han dejado huellas imborrables
de vicisitudes memorables además de la herencia de tradiciones
culturales y religiosas aún vivas muchos siglos después;
se omite que la aristocracia y la caballería – en la medida
en que están unidas a la nobleza moral – siempre han sido
capaces, en cualquier época, de confirmar su papel en cualquier
contexto social, prácticamente como premisa y substrato de toda
acción importante dondequiera que su origen se remonte a tiempos
antiquísimos y se relacione con el progreso civil, político
y religioso de la Nación.
Por tanto el objetivo logrado no ha descuidado por completo la esencia
en sí de la función social de las citadas Instituciones
(tanto si son antiguas como nuevas) y en la crisis actual de civilización
las correspondientes semillas fecundas han sobrevivido en el ánimo
de quien es verdaderamente noble para apoyar la misión restauradora
y formadora.
Como consecuencia es un deber y una misión llevar el conocimiento
histórico, heráldico, genealógico, blasónico,
ecuestre y nobiliario donde crece la ignorancia de argumentos articulados
y llenos de significado.
Es por ello que en nuestra vida de apasionados, aunque modestos, cultivadores
de las ciencias auxiliares de la historia que van debajo del nombre de
heráldica y genealogía, nunca hemos querido evitarnos el
imperativo categórico de empeñarnos nosotros mismos y todo
nuestro conocimiento en una constante actividad de búsqueda de
la verdad según métodos científicos, sea cual sea.
La mayor gloria debería ser un nombre claro llevado con dignidad
y enriquecido con un vigoroso árbol genealógico. A lo largo
de los siglos las generaciones aumentan como las ramas en el árbol
de las que somos las ramas verdes: cuanto más lejano y demostrado
es nuestro origen más profundas son sus raíces y más
robusto su tronco.
También por estos motivos queremos mantener alta la ciencia heráldica
y la genealogía y lucharemos para que nunca se descuiden y aún
menos se desprecien; la ciencia, sea cual sea, puede disciplinarse dentro
de límites y términos justos, pero nunca negarse.
Esto no es ni lógico ni democrático. Por ello pedimos a
todos los visitantes de este portal histórico-cultural comprensión
y su ayuda válida y honesta, deseándoles una buena navegación. |